Así llegaron mis trillizos…

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Finalmente después de esperar 34 semanas y media…mi cuerpo empezó a mostrar señales de que ese gran día, había llegado. Mi ginecólogo no me había programado aun la cesárea, esperábamos llegar a la semana 36, y aunque tuve una incapacidad prolongada por múltiples causas, milagrosamente, los últimos dos meses del embarazo habían transcurrido tranquilos y sin complicaciones. Es por eso que en cada consulta con él, después de ver como por fin mi cuerpo reaccionaba y se recuperaba a esas complicaciones: hematoma subcorionico, placenta previa, problemas de tiroides…mi doctor me decía: «Vicky vamos bien….lleguemos a las 36″. Me sentía demasiado cansada, padecí además de un insomnio severo casi todo el embarazo, más las molestias físicas que surgen a muy temprana edad del embarazo por el peso de los trillizos. Sin embargo, el amor por ellos, el anhelo de que estuvieran sanos y obviamente el apoyo de mi familia…me habían permitido llegar a esas casi 35 semanas. Llevaba casi dos semanas en las que amanecía hinchada, pies, manos y cara, pero los controles iban normales. Pero ese 20 de enero amanecí más hinchada de lo normal, el estomago estaba demasiado duro y los trillizos más inquietos. Decidimos hacer un almuerzo especial porque sabíamos que se aproximaba la llegada de los bebes y todo cambiaría. Estaba junto con mi mamá y mi esposo, el siempre que me acariciaba la barriga y les hablaba, se dejaba de poner dura, se acomodaban y pasaba un poco el malestar. Pero ese día, no sucedió así….mi mamá se empezó a preocupar mucho por lo hinchados que estaban ahora no solo mis pies, si no piernas y algo en mi me decía es el momento, llego la hora de que nazcan…
Fue entonces cuando les dije vamonos a la clínica….tenia la maleta lista desde hacia muchas semanas….y salimos rumbo a la cita. Cuando llegué tenia contracciones y la presión estaba un poco alta. Después de varias horas de monitoreo y una eterna noche, llego el doctor a decirme: alístate porque tus trillizos nacen mañana a las 7 am, te vamos a desembarazar….» Tremendo susto que me dio, fue una mezcla de muchas cosas….y más cuando una horas antes de la cesárea se me acerco un medico a decirme debemos ponerte un catéter por si hay alguna complicación y esto facilitaría todo en cuidados intensivos. Al parecer los exámenes de sangre y físicos ya en esa noche empezaban a mostrar signos de un deterioro y afectación en mi cuerpo por suplir la demanda de mis tres bebes y se debía hacer de inmediato la cesárea. Llego esa mañana….y nacieron mis tres chiquitos: sanos gracias a Dios, con un peso maravilloso: 2080 las dos niñas y 2100 el niño. Sin embargo, empezaba sin saber a padecer el momento más duro de mi vida….la presión se me subió, tenia baja la hemoglobina y tuve que recibir sangre, tenia una falla cardíaca y una falla renal, por lo cual me ingresaron a cuidados intensivos. Estuve allí por 10 largos días….días en los que además del dolor físico que sentía, tenia un dolor moral al no poder estar con los bebes, por primera vez sentía que podía morir… y fue así como en el poco tiempo (10 min) de visita que tenia, llame a mi esposo desesperada porque sentía que mi vida terminaría y le dije que estuviera preparado para cualquier cosa. Al día siguiente estaba llena de cables, oxigeno….prácticamente no podía respirar. Y fue así como llego otro momento duro, otra prueba grande….entre en depresión…lloraba todo el tiempo….físicamente estaba deteriorada y emocionalmente me sentía una mala madre por no poder alimentarlos, darles calor y el amor que se merecían. Tuve que recibir tres terapias en la clínica con el siquiatra….empece a sacar fuerzas de donde no había y todas las oraciones de la familia se vieron reflejadas en mi salud….me empece a recuperar, pude caminar, pude respirar, los exámenes de sangre y orina salían bien y fue entonces cuando pude salir de la clínica…Fue la mayor prueba que he tenido….pero eso me fortaleció y el poder tenerlos a mi lado fue la mejor medicina para mi.