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Nos fuimos… a Bogotá! (Parte 2)

Sonia
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Luego de la logística previa al viaje, por fin el día llego.

El vuelo era a las 8 AM, por lo que debíamos estar en el aeropuerto a las 7 AM, lo que quería decir que debíamos salir a las 6:15 AM a más tardar…. Lo que implicaba que YO debía estar despierta desde las 4:30 AM…..ZZzzz.

Contra todo pronóstico, y como casi nunca, a las 6 AM en punto estuvimos todos listos… mi esposo que nos llevaría al aeropuerto, los tres niños y yo. Mis hermanas salieron desde la casa de mis papás un poco después que nosotros, y todos llegamos al aeropuerto antes de las 7 AM… íbamos cumpliendo cronograma.

Al llegar al counter de Avianca, la “niña” de orientación de la aerolínea nos indicó que debíamos ir a una ventanilla en específico (para familias con niños, mujeres embarazadas y personas de la tercera edad), y de inmediato nos entregaron los pasabordos, nos recibieron las maletas, y nos explicaron cómo era el manejo de las sillas de carro y los coches. Aquí debo aclarar, las sillas de carro que tengo encajan en los coches perfectamente.

En total iban 5 piezas, que serían entregadas a la entrada del avión. Ingresamos a sala dentro del tiempo estipulado, y ahí nos topamos con el primer contratiempo: todos los elementos deben pasar por la máquina de rayos X… lo que para una mamá de múltiples se traduce en tener que separar las sillas de carro de los coches, cargar a los bebes, cerrar los coches y pasar todo por la máquina. El plus en este caso es que el coche doble no pasa por la máquina de rayos X… por lo tanto toca pasar el coche por “inspección manual”. Intenten indicarle a un guardia de seguridad como abrir un coche doble… los reto… a ver si se divierten tanto como yo! Al final el señor se dio por vencido y dejo que yo lo abriera para que el lo inspeccionara.

Mientras todo esto ocurría, mis hermanas se encargaron de los 3 bebes, los metieron en sus sillas, engancharon una en el coche sencillo (que si cabe por la maquina) y cargaron las 2 pañaleras que llevábamos. Cuando por fin “liberaron” el coche doble, enganchamos las sillas restantes en él, y continuamos a la sala de espera que nos correspondía.

Una vez en la sala, una azafata se nos acercó para colocar los tiquetes a las sillas y coches, nos indicó que debíamos dejarlos al lado del pasillo de entrada y que el personal se encargaría de recogerlo y almacenarlo. Luego, cuando iba a iniciar el abordaje, nos permitieron ingresar de primeros al avión, y eso que habían otras mamás con bebes. Ubicados en nuestras sillas, nos entregaron los cinturones de seguridad para los niños, nos indicaron como debían usarse, y nos dieron algunos consejos para evitar que los niños sufrieran de dolor de oído.

El avión empezó a llenarse. Los pasajeros a nuestro alrededor empezaron a indagar sobre los bebés (“¿Son trillizos?” “¿Son primos?” “¿Cuánto tiempo tienen?” “Ay pero son igualitos ¿cómo los distingues?!”, etc.) Algunas personas se ofrecieron a ayudarnos a sacar teteros, pañales y demás, otras nos miraron con cara de pánico (no susto… pánico); otros con cara de “Dios, tres bebes llorando cuando despeguemos… como vamos a sobrevivir”… pero en últimas, cuando las puertas se cerraron, el piloto hablo, y el avión despegó, mis hijos estaban contentos tomando tetero y viendo BabyTV! No hubo un llanto, no hubo siquiera un quejido emitido por ellos.

Habíamos superado la primera prueba del viaje… llegar a tiempo … entrar a tiempo … y despegar sin llantos.

Durante el vuelo, los niños estuvieron entretenidos, entre los juguetes que llevamos y BabyTV en la pantalla del avión. Las azafatas amablemente nos abrieron una botella de agua para recargar los teteros que se habían gastado en el despegue, les hacían caritas a los niños y nos ayudaron con todo lo que necesitamos.

Antes de empezar el descenso en Bogotá, recogimos los juguetes que estaban afuera, les pusimos los saquitos, guardamos las mantas, y organizamos todo. En el momento del descenso los niños nuevamente estaban entretenidos con BabyTv y tomando tetero de agua.

Ni un solo llanto.

Ya en tierra, esperamos a que todos los pasajeros salieran, y permitimos que los que estaban cerca de nosotros salieran cuando así lo quisieron. Una azafata amablemente nos ayudó con una pañalera, y a la salida del avión estaban nuestras sillas y coches. Los sentamos, amarramos y salimos. Recogimos nuestras maletas y en la puerta mí tía nos estaba esperando.

Así empezó el primer fin de semana fuera de Barranquilla de los trillizos.

¿Cómo ha sido tu experiencia viajando con tus múltiples?


scnl84
Acerca del autor - scnl84

Mamá de tres, abogada.

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