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La lactancia y yo…

Sonia
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Hace poco una mamá bloguera que sigo en Instagram escribió sobre la lactancia prolongada y el destete progresivo, contando las técnicas que ha utilizado para que su hijo de año y medio vaya “dejando la teta”. Poco después, otra mamá bloguera escribió sobre como ella decidió no lactar a su hija, y opto por darle formula y los motivos que la llevaron a tomar esta decisión.

Eso me hizo pensar un poco en las distintas experiencias que como mamás vivimos, independientemente si se es mamá de múltiples o no, la lactancia es una realidad con miles de caras.

Es por esto que escribo este post con un poco de cautela, sin ánimo de ofender o asustar a futuras mamás de múltiples.

Creo que este es un espacio para contar realidades, y cada una tiene una realidad diferente y válida, sin importar lo distinta o similar que sea a la mía.

Todos sabemos que la lactancia trae beneficios innumerables tanto para la madre, como para el / los hijos (Si no me creen remítanse al artículo publicado por el Dr. Ramos en la página de la Liga). Sin embargo, de acuerdo con el Ministerio de Salud, solo 56 de cada 100 niños nacidos en el país inician la lactancia materna dentro de la primera hora de haber nacido. Esto es escasamente un poco más de la mitad de los nacimientos.

Dentro de los beneficios de lactar encontramos que los niños recibirán mejor los nutrientes, vitaminas y minerales que requieren para adaptarse al nuevo ambiente que los rodea, la fácil digestión, y por supuesto el vínculo que se forma entre madre e hij@ al lactar.

Todo el mundo habla de la importancia de la lactancia, tenemos todo un mes dedicado a promoverla, tenemos ligas de lactancia a lo largo del país, normas para que los laboratorios que producen formula promuevan la lactancia materna… pero nadie realmente puede darle a una mamá un panorama claro de cómo será, mucho menos cuando vas a ser mamá de múltiples.

Encuentras a las mamás cuya experiencia fue digna de un cuento de Disney y te hablan de lo fácil, lo especial y lo beneficioso tanto para ellas como para él bebe. Encuentras otras cuya experiencia puede que no haya sido la mejor de todas, pero igual hablan maravillas de la lactancia, de lo gordito que se puso él bebe, de lo fácil que fue bajar esos kilitos de más dejados por el embarazo, en fin. Y por último encuentras a las que nos fue terrible… a las que por mucho que quisiéramos e intentáramos, nos fue imposible producir más de ¼ de onza después de haberse puesto paños de agua tibia, tomado dos litros de agua y haberse extraído manualmente (porque los extractores en estos casos están pintados en la pared!) lo poco o nada que logro salir.

Para mí particularmente, la lactancia fue un suplicio… una tortura medieval!!! Y me disculparan las que pudieron lactar y lo consideran la experiencia más enriquecedora de la crianza infantil y creadora de vínculos inimaginables… pero para mí, la lactancia significó pezones sangrando, senos a punto de estallar, dolor constante, y la angustia de ver a mis tres hijos llorar por no poder producir suficiente leche para siquiera alimentar a uno solo.

Luego de varios intentos en la UCI; de probar con distintos extractores, tanto en casa como en el Lactario que tienen a disposición en la clínica; de ponerme a los bebés todos los días, cada vez que llegaba la hora de alimentarlos, fuera de mañana, de tarde, de noche o de madrugada; de escuchar a expertos en la lactancia cómo debe hacerse, que posiciones son mejor para el niñ@; de seguir recetas ancestrales de abuelas y bisabuelas (agua de arroz, agua de panela, agua, paños tibios, etc), era evidente que la lactancia y yo no éramos compatibles. Sin embargo, seguí insistiendo (yo soy así de terca)… porque si otras pudieron “porque yo no?”

Después de 20 días aproximadamente, la sabia madre naturaleza, decidió suspender por completo mí extremadamente escasa producción de leche. Y digo que fue sabia, porque de seguir al ritmo que iba (y con mi terquedad) muy probablemente mis chiquitines no se hubieran alimentado correctamente, y yo me hubiera muerto del dolor.

A partir de ese momento, mis hijos toman formula, deslactosada, porque en el proceso de encontrar una fórmula que les sirviera descubrimos que eran intolerantes a la lactosa.

A final de cuentas, lo realmente importante es lograr que los bebes se alimenten y reciban todo lo necesario para desarrollarse correctamente, independientemente si proviene de una teta o de un pote de leche. Lo más importante es que los nin@s se sienten amados, pechichados, y seguros con sus padres… por eso preparo teteros con amor, sin arrepentimiento, sin perjuicios, sin preocupaciones.

¿Cómo fue tu experiencia con la lactancia? Compártela en los comentarios!


scnl84
Acerca del autor - scnl84

Mamá de tres, abogada.

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